Ésta patología es perfectamente aplicable a los partidos políticos de izquierda que dejaron a un lado la formación (oxigenación de la sangre) para centrarse en pasar a ser un partido de masas y obtener militantes (sangre nueva), puesto que sin los pilares formativos básicos, todo proyecto político realmente de izquierdas y transformador está abocado al fracaso.
Por eso: sangre nueva, sí, pero que pasen primero por el pulmón y que lleguen preparados para aportar al resto del organismo.
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