lunes, 19 de diciembre de 2011

¿Salvamos la economía o salvamos el mundo?

Leyendo uno de los blogs que sigo, el compañero @davidavedano hacía una reflexión sobre un dilema que ha salido a la luz con la crisis que vivimos; ¿qué debemos hacer, consumir para estimular el crecimiento y salir de la crisis o ahorrar para no destruir el mundo en el que vivimos?

Él plantea que es imposible conciliar ambos problemas y darles una solución conjunta por lo que no nos queda más remedio que intentar llegar a un término medio. Yo estoy totalmente en desacuerdo con esta afirmación y a continuación explicaré por qué:

En el sistema capitalista, los beneficios de las empresas están en manos de unos pocos que, para mantener su negocio, se ven obligados a invertir para producir más, mejor y más barato que la competencia. Es esa competición inherente al sistema en el que nos encontramos la que hace que se produzcan productos innecesarios, haciendo imposible un crecimiento sostenible.

Como mucho podremos legislar para ponerles ciertos límites pero la tendencia será imposible de erradicar, ya que el darwinismo económico y la libre competencia son los dogmas centrales del sistema capitalista y, si los trastocamos, nuestro país dejará de ser "competitivo" y las inversiones se irán a países que cumplan con estos preceptos.

Y por otro lado, esa tendencia a la competición hace que las mismas empresas se obcequen en reducir costes, especialmente el mayor de todos, que son los salarios. Esto hace que la masa de asalariados de un país se empobrezca paulatinamente en favor del enriquecimiento de los dueños de los medios de producción. Este emprobrecimiento reduce la capacidad adquisitiva de los ciudadanos, reduciéndose el consumo y dejando en la bancarrota a las PYMES que, por su pequeño tamaño, sólo pueden vender a escala regional/nacional. Esta reducción del consumo provocará una mayor competencia entre las empresas para hacerse con su parte del pastel, lo que hará que reduzcan todavía más costes y que nos lleva a una espiral de devaluación de salarios-disminución del consumo de la que es imposible salir.

Pero esto sólo ocurre en el sistema capitalista. Si, por el contrario, sutituímos el sistema económico por uno de tipo socialista, la producción sería guiada precisamente por las necesidades reales de la población, y no por el afán de arruinar a la competencia.

Además, los beneficios empresariales revertirían en el conjunto de ciudadanos, bien a escala individual, con un aumento de salarios (mayor consumo y estimulación de la industria) y reducción de las horas de trabajo (más trabajo, menos paro) o bien a escala colectiva, mejorando los servicios públicos y ampliando los derechos de los ciudadanos.

Por lo tanto, SÍ es imposible conciliar el consumo y el crecimiento sostenible (o incluso decrecimiento), pero SÓLO en el sistema capitalista.

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